Desde su villa de Capua, Sereno, ciudadano de Roma, hace un repaso de su vida. Tras rememorar en el libro anterior de la serie los terroríficos tiempos de Nerón, evoca ahora los días en que acompañó a Tito, el hijo del emperador Vespasiano, a sofocar la rebelión que poco después estalló en Judea: las ciudades incendiadas, los rebeldes crucificados, el saqueo de Jerusalén y la destrucción de su templo, el cerco final de Masada… La atroz erupción del Vesubio que sepulta a Pompeya y a Herculano le hace preguntarse sin embargo si no será posible que un Dios único –el de los judíos y el de los discípulos de Cristo– se haya propuesto castigar a la Roma imperial.