En La ciénaga de los hipopótamos, primer volumen de esta trilogía dedicada al período comprendido entre la XII y la XVIII dinastías, el menos conocido de la historia egipcia, el rey Seqenenra se rebela contra el setiu Apepa, usurpador extranjero del trono y de las tierras del Delta, que está acabando con las costumbres ance strales. En El oasis, la segunda parte, su heredero Kamose retoma la lucha de su padre y se convierte en un conquistador implacable con sus amigos y enemigos por igual, devastando el país a su paso. Sin embargo, no logra expulsar a Apepa, que mantiene su posición en la inexpugnable ciudad Het-uart. Este último volumen se inicia con la coronación del nuevo Príncipe de Weset, Ahmose, como Rey del Alto y Bajo Egipto. El hermano de Kamose se propone acabar la tarea iniciada por éste e instaurar un reinado donde impere la tolerancia. Para ello hace jurar a los nobles fidelidad a él y a su esposa Aahmes-Nefertari la cual se encargará de capitanear a los guardias de palacio mientras su marido parte a reconquistar las tierras del Delta y asediar Het-uart. Su sueño es derrocar a Apepa, liberar el Delta y dominar el Camino de Horus, para que nunca más haya sangre en la arena ni en las paredes blancas de las ciudades a lo largo del Nilo. Sin embargo, en las largas horas de vigilia que impiden el sueño, Ahmose se siente solo, presa de la obsesiva necesidad de reinstaurar la gloria del Egipto ancestral, una nación maldita y bendita por los dioses. Así pues, en sus hombros ha recaído la nada desdeñable tarea de concluir la lucha que han librado tres generaciones de la estirpe Tao.