Su final solitario y apasionado, en que la reivindicación de la mujer y la justicia social dejan de ser argumentos políticos para transformarse en desesperada carta de redención o de santidad.
Novela coral, como la define Abel Posse, construida desde el testimonio de sus admiradores y hasta de sus enemigos, he aquí la crónica íntima de un destino excepcional que no se explica sin el motor de un gran secreto. Secreto que según el padre Hernán Benítez, su confesor de los días finales, era de tal magnitud que «por sí solo, la justificaría ante los ojos de Dios. Un secreto dolor que desgarró su corazón más, mucho más, que la terrible enfermedad».
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