En 1937, mientras España se desgarra en la trágica Guerra Civil, el gobierno de la República organiza una expedición para mandar a México a un grupo de niños, entre huérfanos de guerra e hijos de combatientes republicanos, para salvarlos del horror que asola su propio país. Con la anuencia del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, en junio de ese año llegan, desnutridos, andrajosos, más de cuatrocientos niños, trayendo sólo sus pequeñas maletas y la esperanza de volver, algún día, a reencontrarse con sus seres queridos. Desconocían que su destino sería muy diferente, y que pasarían prácticamente toda su vida en aquel lejano país.