Harrison Shepherd había nacido en Estados Unidos, pero cuando aún era un niño tuvo que irse a México tras los pasos de una madre siempre en busca del hombre ideal. Luego, un día, casi por casualidad, acabó trabajando en la cocina de la casa de Diego Rivera y Frida Kahlo, y de los fogones pasó al despacho de Rivera y a los rincones oscuros de la mansión, donde nació una intimidad muy peculiar con Frida.
Fue allí, en esa casa, donde Harrison conoció a León Trotsky, un gran líder político que en aquel momento era un hombre que malvivía en el exilio y temía por su propia vida.
De vuelta a Norte América, este hombre que había sido cocinero, secretario y confidente de personajes tan ilustres, se dedicó a la escritura y dejó un diario que llenaba su laguna -ese espacio ambiguo entre lo que somos y lo que mostramos a los demás- con unas palabras reveladoras, testimonio de la vida de Harrison y de los hechos que marcaron el siglo XX.