Tras la prematura muerte de Alfonso XII, Crista se vio obligada a asumir la regencia. Los tiempos no eran fáciles: surgía el catalanismo político, Marruecos se levantaba, se perdían Cuba y Filipinas, el descontento social crecía.
Los malos tiempos templan a los fuertes. Crista demostró unas dotes de soberana que acabaron por convertirla en una de las reinas más queridas de la historia de España.
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