Christian Jacq nos revela los estrechos vínculos que Mozart mantuvo con la francmasonería.Wolfgang Amadeus Mozart es un niño prodigio, compone sin tregua y conoce a un extraño personaje: Thamos, conde de Tebas. Con su ayuda, las puertas de los palacios más importantes de Viena, París y Londres se abrirán para el joven compo sitor. El lector pronto descubrirá que el aliado del artista es el último guardián de un secreto eterno. Ha venido de Egipto para llevar a cabo una misión: encontrar al Gran Mago, aquel cuya obra protegerá a la humanidad del caos. Y el gran príncipe oriental sabe, desde el primer día que lo vio tocar, que se trata de Mozart.
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