En una excavación arqueológica en la antigua ciudad mesopotámica de Uruk aparece una colección de veintitrés tablillas en escritura cuneiforme cuyo texto responde punto por punto al relato de la creación del Génesis, lo que desata rumores de que la Biblia es en realidad una copia de obras literarios anteriores y da lugar a una crisis en la Iglesia. Sólo falta encontrar una tablilla para cuadrar el relato y su búsqueda se organiza en la siguiente campaña. Efectivamente una tablilla aparece, pero en una ubicación inesperada: escondida en el interior de un muro. Y con una rara peculiaridad: Ni el mejor asiriólogo es capaz de traducirla. En el primer plano de la historia, un joven arqueólogo que prueba suerte en busca de la aventura y se da cuenta demasiado tarde de que en este caso la aventura no resulta ser un juego de adolescentes. Tendrá que sortear a la muerte, superar el miedo y averiguar la verdad sobre la que todos llaman la tablilla X. EL ÁRBOL DE LA VIDA, pese a su acción trepidante, no es una intriga cultural al uso, sino una novela psicológica y sensible donde leemos los pensamientos del héroe antes que sus acciones, participamos de sus sentimientos, percibimos su zozobra y compartimos su emoción.